Ejercicio físico.
Estamos ante el mayor de los retos que los mayores tienen que afrontar. La práctica de un ejercicio físico moderado, con máquinas de ayuda, paseos al sol y aire libre…, son de una importancia primaria en esta etapa de la vida.
La elasticidad, que se va perdiendo con la edad, puede recuperarse de forma que las articulaciones no estén tan rígidas y los grupos musculares se fortalezcan en vez de atrofiarse con el consiguiente beneficio de una mejor circulación sanguínea.
Esto va a permitir al anciano, al mayor, tener una mejor calidad de vida y una vida de relación que inmovilizado, estaría mas limitada.
Es también una lucha contra la obesidad que tan perjudicial resulta y en consecuencia previene en cierto modo la diabetes.
Mantener una capacidad física es el complemento deseable para el envejecimiento activo completo.
Escasean los parques y jardines dedicados a los mayores donde puedan hacer ejercicio físico activo y con máquinas de ayuda. No todos podemos permitirnos el lujo de ir a un gimnasio que, por otra parte, tendríamos que tener la seguridad de que hay un monitor especializado para indicarnos el tiempo de gimnasia e incluso el de máquina de gimnasia pasiva que deberíamos emplear.
Las máquinas que se instalan en los parques para mayores son muy prácticas y sencillas orientadas para mejorar la circulación de miembros superiores e inferiores, el ejercicio suave de toda la musculatura y la elasticidad de articulaciones.
Ya se advierte al usuario que no se canse haciendo ejercicio.
Son numerosos los estudios que confirman los beneficios del ejercicio físico.
Los médicos solemos recomendar un mínimo de treinta minutos, al menos dos veces en semana en forma de paseo con cierta rapidez, carrera o ejercicios aeróbicos y todo ello desde la infancia ya que parece estar demostrado que no sólo se gana en recuperación física sino que las neuronas reaccionan mejor y se encuentran más nutridas. Las experiencias con animales de laboratorio, a los cuales se les obliga a correr sobre las ruedas u otro mecanismo, han permitido imágenes cerebrales que indican el beneficio del ejercicio sobre la función cerebral.
Se ha que el ejercicio mejora el rendimiento cognitivo y en personas mayores los resultados son realmente importantes. Adjuntamos, mas adelante unos datos recogidos en las revistas Neurology y Nature (2007). En pocas líneas y con un lenguaje comprensible destaca los beneficios y ayudas que el Ejercicio Físico reporta, hasta el punto de convertirse en un pilar fundamental con influencia en todo el entorno.
Es necesario que los Centros para mayores no se limiten a tener juegos de mesa. Han de crear grupos de aerobic o del tipo de gimnasia adecuado para que todos participen. Así mismo las Conserjerías de Bienestar Social tendrían que buscar fórmulas creativas para su aplicación en Hogares, Residencias o abiertos al público de mayores, en parques y jardines, así como los propios Ayuntamientos.
Todos los Gobiernos autonómicos deberían cuidar este capítulo como uno de los más importantes para la salud de la población mayor. Neurology y Nature aportan datos a todo el apartado siguiente
De acuerdo con la noticia divulgada por la Agencia CyTA_Instituto Leloir el ejercicio aeróbico, como correr, andar en bicicleta y caminar rápido con una intensidad moderada durante lapsos extensos, también ayuda a tener una mejor salud de la mente y un mejor rendimiento de las habilidades cognitivas.
“La participación en actividad física ha sido asociada a la reducción de desórdenes físicos (por ejemplo, la enfermedad cardiovascular, el cáncer de colon y de mama, y la obesidad) y mentales (por ejemplo, la depresión y la ansiedad) a lo largo de la vida adulta”, destacan los autores del trabajo Charles Hillman, Kirk Erickson y Arthur Kramer.
Y agregan que el impacto del sedentarismo es alarmante tanto en adultos como en jóvenes “Los factores del estilo de vida están relacionados con un comienzo más temprano de diversas enfermedades crónicas (como la obesidad y la diabetes tipo II)”, señalan los autores. Un dato no menor es que en países donde hay un mayor grado de sedentarismo, como en los Estados Unidos, las generaciones más jóvenes podrían vivir vidas menos saludables que sus padres.
La observación de la actividad cerebral de los seres humanos a través de las modernas técnicas de neuroimagen permite comprobar los efectos positivos de hacer ejercicio físico sobre la estructura y la función cerebral.
Las primeras investigaciones en este campo se realizaron en la década de 1930, pero debieron pasar más de 40 años para que comenzasen los estudios sistemáticos.
En la actualidad, diferentes trabajos realizados en niños y adultos jóvenes demuestran que existe una relación positiva entre hacer actividad física -sobre todo gimnasia aeróbica- y el desempeño de los escolares (entre los 4 y 18 años) en tareas cognitivas en diferentes áreas académicas, como los exámenes orales, la comprensión de textos y las matemáticas.
Asimismo, los estudios muestran que el incremento en la cantidad de tiempo dedicado a las actividades de salud física no está acompañado de una declinación en el rendimiento académico. “Las implicaciones de estos hallazgos son importantes para promover una mejor salud física, sin la pérdida de otros beneficios educacionales en chicos de edad escolar”, resaltan Hillman, Erickson y Kramer.
Existen diversos factores asociados a una reducción del riesgo de sufrir desórdenes neuro-degenerativos con el paso de los años. Además del ejercicio físico, se citan a la interacción social, la dieta y el desarrollo intelectual.
En pruebas realizadas en personas de entre 60 y 80 años, se demostró que hacer gimnasia tiene resultados positivos en el desempeño cognitivo.
“Aunque hay una multitud de respuestas sin responder en relación a la actividad física y la cognición en adultos mayores, en un rango amplio de edades, hay evidencias de una relación entre un buen estado físico y mejoras en varios aspectos de la cognición”.
En conjunto, los resultados sugieren que la actividad física es beneficiosa durante toda la vida humana, destacan los investigadores.
Por investigaciones realizadas en animales, se han observado diferentes cambios moleculares y celulares en el cerebro luego de la actividad física. Por ejemplo, los ambientes que incluyen equipos de ejercicios (como ruedas para correr) para los animales de laboratorio, tienen un efecto positivo en los sistemas neuronales que están involucrados en el aprendizaje y la memoria.
Se sabe que ciertas moléculas producidas por las neuronas, como la denominada BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), responsable de los cambios neuronales asociados con el estrés crónico, aumentan su concentración después de que el organismo realiza ejercicio aeróbico.
De todos modos, la ciencia está tratando de comprender los mecanismos moleculares y celulares que sostienen ese fenómeno.
El gran desafío es comprender lo que sucede en los diferentes estadios del cerebro desde la infancia a la vejez.
Por ahora, podemos decir que el viejo dicho latino, “Mens sana in corpore sano” mantiene toda su vigencia